El Museo cierra los Lunes y en fiestas muy señaladas teniendo un horario de visita de 10 a 17 horas, en verano de 10 a 18 h. los fines de semana (siempre recordando que en Portugal es una hora menos que en España). Existe un amplio aparcamiento gratuito junto a la entrada donde dejar nuestro vehículo y una vez en el interior el primer paso es contribuir al mantenimiento del Museo.
Tras el preceptivo pago, (Adultos 3€, Mayores 65 años 1,50€, Estudiantes y Menores 1,00€ y gratis los Menores de 6 años), que se realiza al lado de la tienda del museo donde podemos adquirir la típica parafernalia de objetos diversos y recuerdos, pasamos a la sala principal y mayor del Museo, una nave de generosas dimensiones que recoge una muy interesante muestra de grandes modelos, bien completos o seccionados. Entre los primeros podemos encontrar un Douglas C-47 Dakota proveniente en su día de la Fuerza Aérea de los EE.UU. desde donde pasó a la Dirección General de Aeronáutica Civil y posteriormente a TAP, que lo utilizó en vuelos comerciales. Podemos admirar también unos de los 10 Junkers Ju-52 adquiridos a Alemania en 1936, un gran Nord Aviation Nordatlas de un total de 29 que prestaron servicios en la F.A.P. y que fueron muy utilizados en misiones de transporte de material y personal en los frentes de la Guerra de África[i]. Me llamó la atención un Beechcraft At-11 Kansan con su extraño puesto de pilotaje. Se muestran también ejemplares de tamaño más “contenido”: un De Havilland D.H. 87B Hornet Moth proveniente de Mozambique, un ejemplar de F-86F Sabre utilizado en Guinea, un Dragon Rapide modificado para fotografía aérea, uno de 6 los Corsair biplazas de entrenamiento que prestaron servicios junto a 44 monoplazas y que armados hasta con 3.000 kgs de armamento diverso podían alcanzar las Azores y retornan a su Base de Monte Real, uno de los Fiat G-91/R3 adquiridos a Alemania y que se muestra rotulado con la conmemoración de las 75.000 horas que estos modelos realizaron en la F.A.P. entre 1965-1993.Como curiosidad, reseñar que la pintura que luce este modelo fue la que se le aplicó para su participación en el Tiger Meet celebrado en Albacete en 1992. Al año siguiente fueron retirados del servicio los G-91.
Como tributo al coraje del Comandante Antonio Faria e Mello, se muestra aquí la Beechcraft Bonanza F33A con la cual dio dos (2) vueltas al mundo pese a padecer una minusvalía que le impedía caminar obligándole a utilizar una silla de ruedas.
El espacio dedicado a TAP comunica con la plataforma exterior donde se muestran un total de 6 modelos que se encuentran más deteriorados aunque no está por ellos exentos de interés: F-86 Sabre, un brillantísimo Lockheed RT-33 y un T-33A, un muy parcheado T-37 C, un Lockheed P2V Neptune y un Lockheed P-3P Orion.
Volvemos sobre nuestros pasos hacia la zona TAP y subimos a la planta superior entrando en la parte dedicada a ANA, Aeropuertos de Portugal realizando un auténtico viaje en el tiempo que nos lleva a un zona donde podemos observar la disposición de una antigua torre de control (mobiliario y equipo técnico) y una zona de espera VIP, báscula de pesaje de equipajes y una panoplia de objetos diversos con el encanto que desprenden las cosas de antes (destacar la colección de bolsas de viajes). También hay piezas de electrónica y conmutación, pioneras en su día y que ahora parecen enormes y antediluvianas.
Retornando al piso inferior se entra en otro apartado donde se muestran alguno de los aparatos más veteranos de la FAP: Caudrón G.III (réplica de los 16 adquiridos a Francia y del que luego se fabricarían en Portugal 50 unidades más), un De Havilland DH-82A Tiger Moth, un Avro 631 Cadet (raro ejemplar) y un De Havilland DHC-1 Chipmunk. Además, en esta sección existe una genial sala multimedia para presentaciones y charlas de original forma redondeada y en cuyo interior, para el acomodo de los asistentes, encontramos auténticas butacas de aviación.
Toca ahora continuar la visita recibiéndonos un Sud-Aviation Alouette II, un Alouette III artillado y un Puma de los 13 que adquirió la F.A.P. como consecuencia del conflicto africano y que a la vuelta a la Península fue dotado de flotadores y otros elementos para su uso en misiones S.A.R. Este ejemplar de Puma expuesto se utilizó también como transporte VIP en la visita que el Papa Juan Pablo II realizó a Portugal en el año 2000.
Enfrente de los “helis”, un amenazador Fiat G-91 “boca de tiburón” con camuflaje “guineano”, un T-6 utilizado en operaciones de guerra y cargado con bombas de 50 Kg, ametralladoras Browning de 7,7 mm y lanzacohetes. Ambos parecen escoltar a un Auster D-5/160 y un Max-Holste MH 1521 Broussard ocultos tras la seguridad de los dos gallos de pelea. El día de la visita también se encontraba en el interior una Do-27 de las que son utilizadas aún por la F.A.P. Como detalle curioso, llama la atención un enorme cartel en la pared que hace referencia a los primeros Paracaidistas Militares portugueses, cuerpo que empezó su andadura en 1955 mediante un cursillo realizado en Alcantarilla.
Ahora sí, llegamos al último apartado del Museo con aeronaves en exhibición. Un fantástico escenario, pequeño pero acogedor donde se muestran un Alphajet con la decoración de los “Asas de Portugal”, un magnifico Cessna T-37C, modelo que equipó a las patrullas acrobáticas “Diablos Vermelhos”, “Panchos” y “Asas de Portugal”, un T-38 Talon, modelo utilizado para la adaptación de los futuros pilotos de F-5 Tiger II y un T-33 T-Bird, modelo retirado en 1990. Existe, además, un espacio dedicado al Área de Mantenimiento y Restauración de modelos que engrosarán la nómina del Museo en el futuro. Debo declarar que hacen un trabajo excelente pues todos los modelos expuestos en el interior se presentan impolutos y muy cuidados, con una gran atención a los detalles.
Anexa a este último apartado se encuentra una habitación dedicada a los Pioneros de la Aviación Portuguesa, donde se exhiben trofeos, maquetas, uniformes, etc. que prestan el debido tributo a aquellos que empezaron en 1909 la historia de la Aviación en el país luso.
Por supuesto, y como suele ser habitual en todos los Museos de este tipo, hay gran cantidad de equipos colocados estratégicamente para rellenar huecos y/o aprovechar los espacios bien al natural o protegidos por vitrinas en el caso de piezas más pequeñas y delicadas. Me llamó la atención especialmente el entrenador del F-86F y el simulador de averías de Alouette III.
Como veis, un Museo muy interesante, con algunos ejemplares que por sí solos ya merecen un visita y de la que me marcho muy satisfecho, con el baúl repleto de fotos de una mañana muy tranquila en la que pude campar a mis anchas con la presencia de muy pocos visitantes a lo que quizás ayudó el hecho de ser temporada estival y playera por excelencia.